Aquí puedes leer la publicación original. El escritor José Agustín Ramírez no escapó a su atención. De ese resguardo de parte de la memoria del país rescatamos cinco apuntes, cinco documentos que dan cuenta de la manera en que seguían sus pasos y actividades.

Joven escritor en esa época, la del movimiento estudiantil del 68, atraía las miradas del aparato de espionaje, tanto que el mismo Miguel Nazar Haro, director de la DFS, escribió uno de estas cinco estampas.

I. “Una porquería, un asco, una mafia”

Es casi seguro que siempre sospechaste, José Agustín, que tu cercanía con los amigos del presidente Luis Echeverría no te salvaba de las intrusas miradas de los espías de la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Pero no es tan seguro que supieras del marcaje que la policía política hacía de tu persona. 

El primer reporte que aparece en la breve carpeta que hicieron sobre tus conferencias, tus lecturas, tus reuniones, tiene fecha del 19 de septiembre de 1968, dos meses después de que el movimiento estudiantil se convirtiera en una pesadilla para el sistema político y un poco antes de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.

Tu primera aparición en los archivos policiacos tiene que ver con un documento en el que aparece tu nombre como parte del Grupo de Intelectuales y Artistas

Cómo no ibas a formar parte del seguimiento policiaco, José Agustín, si desde el primer párrafo de ese documento, ustedes, intelectuales y artistas de la época, cuestionan, sin miramientos, lo que consideran un “hecho vergonzoso y anticonstitucional: la invasión y ocupación de la Ciudad Universitaria”. Apenas unas horas antes, el ejército había ocupado Ciudad Universitaria y, en un hecho atroz y sin precedente, tomaba las escuelas, las aulas, los laboratorios. 

Y cómo no se iba a molestar el Ejército y el presidente Gustavo Díaz Ordaz, si uno de los párrafos de la proclama los acusa de hacer un uso ilegal del Ejército, apoyando actos anticonstitucionales. Censuraban la violación de la autonomía universitaria y les exigían acatar los ordenamientos de la Constitución.

En otro reporte, éste de diciembre de 1969, en un acto público en favor de los presos políticos del 68, los espías dicen, José Agustín, que hablaste sobre la forma en que los intelectuales deben actuar, para tratar de cambiar el sistema y cuentan que dijiste que:

EL GOBIERNO EN MÉXICO ERA “UNA PORQUERÍA, UN ASCO, UNA MAFIA QUE CADA SEIS AÑOS ESTÁ ESPERANDO UN CAMBIO, PARA REPARTIRSE ENTRE ELLOS LOS MISMOS HUESOS

Anotaron en su reporte que tú te comprometiste a que en tus libros se sentiría el repudio hacia los gobernantes y que tratarías de politizar al pueblo. Y que, al final de tu intervención, pediste a los estudiantes que siguieran luchando de manera organizada, como hasta ahora lo había hecho.

Según sus registros, tú hablaste como a las siete de la noche del 8 de diciembre en el auditorio Narciso Bassols, de la Facultad de Economía de la UNAM. Tus espías también informaron a su superioridad que Emanuel Carballo leyó un manifiesto elaborado por intelectuales y firmado por Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y Renato Leduc, en el que, de nueva cuenta, denunciaban de nuevo la “actitud anticonstitucional del régimen”.

II. “Ofensivo al gobierno y a sus funcionarios”

Fecha del reporte: 1970. Lugar: Galería Edward Munch.

Esa exposición, organizada por José Luis Cuevas, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Sergio Berumen y otros, tenía como propósito exhibir pósters, panfletos, pancartas, pinturas y objetos relacionados con el movimiento estudiantil del 68. 

Tú, José Agustín, y por eso apareces en este reporte, formabas parte de una larga lista de nombres en un cartel, objeto-arte, que habían llamado “La Prisión” y en el que se habían anotado decenas de nombres, entre ellos el tuyo, junto a José Revueltas, Octavio Paz, Álvaro Mutis, José Emilio Pacheco, Pilar Pellicer, Rius… y muchos más. 

Este reporte lo firmó Miguel Nazar Haro y habría que reconocer su obsesión por los detalles. Así lo escribió:

“Que cuando se abrió la Galería llegó por ahí David Alfaro Siqueiros quien tuvo una discusión con Sergio Berumen por lo que abandonó el lugar de inmediato. Que la inauguración fue a las 20 horas con una asistencia rotativa de unas 100 personas; que el salón donde se realizó la exhibición tenía un aproximado de 18 m2, con dos pasillos laterales, contaba con teléfono cuyo número era 5-149114; que estaba completamente tapizado de pancartas, pósters, desde las paredes hasta el techo, destacándose cuadros firmados por David Alfaro Siqueiros, Benito Messeguer, Eli de Gortari. En general, lo expuesto es ofensivo al gobierno y sus funcionarios”.

III.- Los hippies de La Piedra Rodante

A los agentes de la DFS les llamaban la atención, desde luego, tus mensajes políticos, pero también husmeaban, José Agustín, entre tus amigos, tus gustos musicales, tus tendencias culturales.  

Por eso es que tu nombre aparece de nuevo en los registros de la DFS. Sólo porque colaborabas en la revista La Piedra Rodantemisma que, para colmo, era editada por un grupo llamado Editores Tribales.

Como típicos espías, habían “olido” en los nombres de la revista y la editorial una pista que debían seguir. Así que comenzaron a dar seguimiento a los fundadores y colaboradores, e incluso hicieron una visita a las instalaciones de la revista, las que se encontraban en la calle de Génova, sólo para comprobar que quienes trabajaban ahí tenían “aspecto de hippies, usando el lenguaje y expresiones de los mismos”.

La descripción física del editor o director (no estaban seguros qué era), Manuel Aceves Pulido, lo confirmaba: “Complexión delgada, color blanco, pelo castaño claro, lleva melena tipo hippie, así como bigote largo hacia abajo y una pequeña barba, usando lentes de armadura metálica delgada con cristales claros”.

Sabían que el primer número de La Piedra Rodante había incluido como obsequio tres discos de Jimi Hendrix y que en otra edición regalaron a los lectores una máquina manual para la elaboración casera de cigarros, la que “obviamente puede ser utilizada para fabricar cigarrillos de mariguana”. 

Sus pesquisas los habían llevado a descubrir que Manuel Aceves era amigo de Jann Wenner, fundador y propietario en Estados Unidos de la revista Rolling Stone, quien además había facilitado recursos para costear los primeros números. 

Y más aún, José Agustín, los agentes consignaron que en los muros de Editores Tribales habían colocado numerosos recortes de revistas y periódicos con escenas hippies y que en la puerta del despacho de Manuel Aceves había un póster de 90 centímetros de alto por 70 de ancho con la figura del Ché Guevara.

Y ahí de nuevo, te les apareces: entre la documentación que habían obtenido, se encontraba la lista inicial de colaboradores: Oscar Sarquiz, José Luis Ruiz Esparza, Alfonso Perabeles Morel, Federico Campbell, Arturo Schoening, Parménides García Saldaña y tú, José Agustín. 

Los agentes se habían puesto a leer en serio la revista. En el segundo ejemplar, esto es lo que hallaron: “Se criticaron los asuntos políticos del país, relacionados con los acontecimientos de 1968, habiendo fotos obscenas de hippies de ambos sexos; se incita a drogarse para estar inspirados en los momentos de ejecutar alguna pieza musical o componiendo la letra de la misma, se habla de Cristo en forma burlona y procaz; se exhorta a la juventud para que conozcan el pueblo de Huautla, en Oaxaca, y prueben los hongos alucinantes y se hace publicidad a un libro gringo sobre temas hippies”.

En el número 3, según reportaron, aparecen en la portada fotografías denigrantes para México sobre los acontecimientos del día 10 de junio de 1971 (la matanza de Corpus Christi), sobre la juventud mexicana y la policía, criticándose también la personalidad de Cristo en forma soez.

Cuando se ocuparon de ti, a tu nombre solamente le agregaron una palabra: “escritor”. 

Y de tu pasado reciente, tenían documentado que el 20 de diciembre de 1969 habías repartido un volante en Ciudad Universitaria firmado con tu nombre, donde criticabas y repudiabas los actos realizados en contra de los presos políticos.

Que en enero de 1970 habías sido uno de los firmantes de un desplegado denunciando la agresión contra los presos políticos, exigiendo garantías para ellos y su libertad inmediata.

Que el 15 del mismo mes y año habías participado en un mitin del Comité Coordinador de Lucha de la UNAM-IPN, durante el que criticaste la represión del gobierno y exhortaste a los estudiantes a tomar la calle nuevamente.

Esta vez la investigación corrió a cargo de Luis de la Barreda Moreno, otro director de la DFS. Puro director, José Agustín.

IV. Tú y José Revueltas

La mañana el 22 de julio de 1973, reportaron los agentes policiacos, José Revueltas dictó una conferencia ante unas 250 personas, sobre todo estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras. Revueltas, consignaron en su reporte, “se hizo acompañar por una persona de nombre José Agustín, quien estuvo formulando preguntas”.

Tú, dicen los agentes, hiciste un resumen de una obra de Revueltas titulada Dormir en la Tierra. Así transcribieron tu intervención. La pieza es “un cuento donde se narra la travesía de un barco, un contramaestre que tiene pláticas con la tripulación y se refieren a varios aspectos, entre los que se citan problemas huelguísticos y problemas con la CNOP; la narración de este cuento está basada en la bitácora del buque”.  

Que Revueltas dijo algo así como lo siguiente: “Siempre he sido antidogmático y he estado en contra de lo que se supone debería ser la tónica de un libro, por lo que a los 14 años me pepenó la policía por haber puesto una bandera roja en la catedral”.

Y mencionan que preguntaste a Revueltas si en todas sus obras impugnaba la política del PRI y que le comentaste que se notaba que a raíz de que salió de la cárcel era más sutil en sus libros.

Habías coincidido con Revueltas en Lecumberri, en donde permaneciste siete meses, aunque eso no lo anotaron en su reporte. Y tampoco consignaron que con él coescribirías el guión de la película El apando, dirigida por Felipe Cazals, basada en el libro homónimo de Revueltas, donde se revelaba la alta corrupción en el sistema penitenciario.

Tampoco escribieron, pero en estas pocas líneas lo recuerdo, que en tu estancia en la cárcel tuviste un breve encuentro con el filósofo: 

—¿Usted también por aquí, José Agustín?
—Igual, maestro, ¿cómo la ve?
—De la chingada, cómo quiera que la vea.

V. El rock de la cárcel

Un penúltimo reporte registra una actividad casi fuera de agenda de los agentes. En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, José Agustín, dictaste una conferencia con el título: El Rock de la Cárcel, acompañado por el profesor Gustavo Sáinz. 

El agente anotó que habías dado lectura al penúltimo párrafo de una novela que se publicaría en breve, cuyo contenido “es de tipo erótico sexual, de escenas ocurridas en el interior de una celda del penal de Lecumberri, señalando que su lectura da a conocer la representación de la individualidad y que puede servir para un cambio social”. 

Como ves, José Agustín, tu desparpajo, tu simpatía por el movimiento estudiantil, tu activismo para liberar a los presos políticos, tu irreverencia, tu gusto por la marihuana, tu simpatía por la Revolución cubana, tu activismo en contra del régimen eterno del PRI hacía que te vieran con recelo. 

Tú, desde entonces, ya estabas en otra onda, en otros cielos. 

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