Julio Scherer una historia intervenida por el espionaje

Texto publicado en Emeequis Recibió el “programa completo” de los aparatos de seguridad del Estado mexicano: lo perseguían sin pausa y con todos los recursos humanos y tecnológicos disponibles para verlo, escucharlo, atestiguar con quién se reunía, dónde iba, qué auto usaba, qué decía, lo que conversaba por teléfono y hasta de qué se reía.

Su vida, la de un periodista de enorme estatura, era una historia intervenida por el espionaje. De eso quedaron las siguientes huellas.

Julio Scherer García murió al filo de las 4:30 de la madrugada del 7 de enero.

Dos horas después, hacia las 06:30, un viejo se levantaba para cumplir con una de las rutinas que mantiene desde hace décadas: ver y leer las noticias, una de las obsesiones que no ha podido dejar: informarse, enterarse de mucho. Saber de todo.

Leer las noticias en papel es algo que no deja de hacer a sus casi 93 años. Y esa mañana del 7 de enero fue uno de los primeros en saber que había muerto Julio Scherer.

Y ya no fueron los aparatos de inteligencia los que lo informaron. Nadie  corrió a dejarle las tarjetas informativas, ni las fichas, ni recibió una llamada. Lo supo por las noticias de la radio.

No dijo una palabra. No hizo un comentario.

Ese hombre se llama Luis Echeverría Álvarez. Y, como dice su hijo Benito Echeverría, la muerte de Julio Scherer no lo inmutó. Ni una frase. Ha llegado a un momento en que “dedica más tiempo a la reflexión que a las palabras, es más lo que piensa que lo que dice”.

Es muy posible que sea así, que a estas alturas ya ni siquiera pasen, como fantasmas por su memoria, las historias de confrontación con Julio Scherer, una relación del choque de dos poderes: el de Echeverría, el de la política, el del presidente de la República; el de Scherer, el de la prensa, el del periodista más querido y temido por los políticos, comenzando por los presidentes, el del periodista mexicano más importante en los últimos 50 años.

Uno ha muerto, el periodista; el otro, el ex presidente, habrá cumplido ya 94 años cuando esto se haya publicado.

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